lunes, 7 de julio de 2008





Eólica: del dicho al hecho hay un trecho.
La calidad musical del festival Eólica resulta indiscutible, pero su mensaje ecologista y alternativo no tiene ninguna credibilidad más allá de que se celebre en el interior de un parque eólico.
El Festival Internacional de las Energías Renovables, Eólica, es un ejemplo cercano de las grandes contradicciones que celebramos a golpe de garimba y cigarrito.
Sin desmerecer el cartel que se pudo disfrutar el pasado viernes, el Eólica se vacía de significado según pasas los dos mil controles de seguridad (que por supuesto velan porque no cometas el terrible delito eco-algo de tratar de introducir una cerveza radioactiva de marca Steinburg o una derrochadora botella de agua de más de 20 cl).
Este Festival se llama a sí mismo 'ecológico', 'alternativo' y 'sostenible'.
Sin embargo, estas palabras se desinflan a medida que el visitante se adentra en el mismo.
Entre otras cosas, no existe una separación de residuos clara y accesible (no hay contenedores de colores, no hay una cartelería que recuerde al visitante la importancia de este hecho, los chiringuitos no separan sus deshechos ni utilizan menaje reciclado...).
Entre los reclamos publicitarios que los y las festivaleras pudimos disfrutar, no había ninguno relacionado con empresas o proyectos locales o internacionales que apoyen la conservación del medio ambiente.
No existía el mínimo indicio de una apuesta por el consumo responsable (productos locales o, al menos, saludables) y llegar hasta allí en guagua era una aventura de Tolkien.
Creo que la imagen que resume el chasco de este Festival es la del joven o la joven con un bonito pañuelo palestino comiéndose una porción de pizza de la entrañable y sostenible empresita Telepizza, que baja gracias a una exquisita cerveza caliente adquirida al módico precio de 2,50 € (no es agua porque este pernicioso líquido no salía tan rentable, 2 euros la botella de 20 cl).
En cuanto a la calidad de los grupos, el viernes habría que destacar la actuación de Zuco 103, que con su ritmo brasileiro discotequero sin complejos hizo bailar alegremente a todo el personal. Muy sorprendente la actuación de Karlovy Vary, la gente de la Orotava, que ojalá tengan muchas oportunidades de tocar y hacer gozar como lo hicieron.
El Bicho hizo lo suyo, con una solidez musical considerable e incursiones en una suerte de psicodelia flamenca que estuvo atinada.
Y la gran actuación, Asian Dub Fundation, no defraudó aunque se quedó bastante cortita (según se rumoreaba, por problemas con la llegada de Morodo a la isla, lo que hizo que se retrasara todo y se trastocara el orden de los grupos).
De Morodo sólo puedo decir que no se le entendía nada y que tras Asian resultó bastante aburrido.
En definitiva, la calidad musical del Eólica es indiscutible, pero su mensaje ecologista y alternativo no tiene ninguna credibilidad más allá de que se celebre en el interior de un parque eólico.
El Eólica se apunta al carro del espejismo conceptual producto del marketing, como los yogures bio o las empresas petroleras que plantan arbolitos, pero la realidad no deja de ser lo que es, nada más y nada menos que un buen festival de música y un próspero negocio.
GRACIAS GUSTAVO!!

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