miércoles, 30 de julio de 2008

LOS JARDINES DE CASTRO Continuación







J.J. Williams






GERARDO FUENTES PÉREZ


Con toda seguridad, el promotor de estas tierras, el mercader portugués Hernando de Castro (comienzos del siglo XVI), que da nombre a la conocida Rambla y casas de su propiedad, no se hubiese imaginado que esta heredad sería objeto de admiración y de estudio. Sus descendientes, que gozaron de reconocido prestigio social, fueron los verdaderos artífices de los jardines. Unos jardines que, a pesar de los continuos reclamos por parte de científicos y estudiosos, no fueron los únicos de Los Realejos. Sin pretender ahondar en ello, debemos de reconocer el planteamiento, la belleza y la riqueza botánica del perteneciente a la hacienda de “Los Príncipes” (Realejo Bajo), que fue propiedad de los Adelantados de Canarias; fruto de los avatares históricos, aún este jardín parece esforzarse por no sucumbir a tanta adversidad, mostrando, al menos veladamente, la grandeza del pasado. Asimismo, los “jardines de Poggio”, que debido a su popularidad dieron origen al topónimo local “El Jardín”, entre “La Carrera” y “La Zamora”. Con un trazado más modesto, son los que rodean las haciendas de “El Socorro” y “La Torre”, de vegetación cuidada y diversa, en plena Rambla de Castro.
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ELEVADOR DE AGUAS DE LAGORDEJUELA










Se denomina arqueología industrial a una de las ramas más recientes de la arqueología, dedicada al estudio de los sitios, los métodos y la maquinaria utilizada por las distintas industrias. Como dice José Antonio Millán, “más allá del canto a los materiales o los análisis arquitectónicos, estas huellas del pasado nos narran una historia que no nos llega por otras vías: la de las fuerzas anónimas del capital y del trabajo interactuando entre sí y cambiando la faz de la tierra”. En nuestra isla tenemos algunos, no muchos, ejemplos de patrimonio industrial. Vamos a hablar de uno de los más significativos del pasado de Tenerife.

Hay un sendero en el norte de la isla que parte desde la Romántica II, en el barrio de Toscal-Longuera de Los Realejos, y bordea la costa acantilada hasta la Rambla de Castro. Se llama el Sendero del Agua y en un momento del recorrido llegamos a divisar un gran edificio en ruinas y una gran escalera que serpentea hasta la cima del acantilado. En el mismo lugar en el que se encuentra el edificio existió uno de los nacientes más importantes de la isla de Tenerife. Sabino Berthelot lo describió así: "Retumba un fragor que se suma al bullir de las olas; son las cascadas de Gordejuela, que se precipitan, en una sucesión de saltos, desde lo alto de la ladera para derramarse en transparentes cortinas de agua al pie del acantilado".

El dibujante J.J. Williams, que acompañó al sabio francés, nos dejó un grabado con el que podemos hacernos una idea de lo que fue, antes de desaparecer, este naciente. Observamos un torrente que surge del risco y que se abre en una gran catarata. Por encima de ella, aprecíamos un antiguo molino harinero cuya maquinaria movía la fuerza del agua.

En 1898, la empresa Hamilton & Co. -que todavía tiene presencia en nuestras islas- constituyó la Sociedad de Aguas de la Gordejuela, que tenía como objetivo la explotación de los manantiales. En 1902, la perspectiva de un crecimiento de los precios llevó a la empresa a comprar todas las acciones de la sociedad. A partir de esa fecha se edificó una estación con bombas a vapor para elevar unas diez mil pipas diarias -cuatro mil ochocientos metros cúbicos- hasta un embalse situado a doscientos setenta metros de altura, a través de una tubería de hierro de dos kilómetros de longitud. Para la distribución posterior por el Valle de La Orotava se construyó un acueducto de doce kilómetros.

Como podemos observar en una fotografía tomada cuando aún funcionaba el elevador de agua, éste estaba formado por dos unidades: la primera, aparte de un almacén y la casa de los medianeros, poseía otra casa, con una chimenea de 50 metros de altura, en la que se ubicaba la máquina de vapor, la primera de la isla, que generaba la energía suficiente para que funcionaran las bombas. El otro edificio, el más representativo del conjunto, fue en su momento uno de los mayores de Tenerife. Parece brotar del mismo acantilado; tiene cinco niveles y aunque su estado de conservación es precario, pues ha perdido la cubierta, todavía sigue alzándose frente al mar. Llaman la atención del visitante las escaleras que comunican ambas partes.

La obra, que fue proyectada y supervisada por el ingeniero militar José Galván Balaguer, fue calificada en su época de "obra de romanos". El coste total de la instalación superó el millón de pesetas de entonces, lo que colocó en delicada situación financiera a la empresa promotora. Además, las expectativas económicas variaron por la coyuntura internacional, lo que afectó al comercio frutero. Con objeto de garantizar una remuneración a la inversión, optaron por arrendarla en 1910 a Elder & Fyffes, para luego vendérsela en 1919. Los avances tecnológicos de años siguientes obligaron a cambiar el método de elevación, lo que hizo innecesario el complejo tal como había sido planteado y fue abandonado paulatinamente. En la actualidad se sigue extrayendo el agua mediante motores eléctricos.

En el año 2000 el gobierno de Canarias, en el Plan Especial de Protección Paisajística Ramblas de Castro, en el término municipal de Los Realejos, incluía favorecer la rehabilitación de la antigua estación de bombeo de La Gordejuela, para uso público. Para ello estableció una serie de directrices generales que deberían servir de pautas para la actuación tanto de particulares como de la Administración. Se planteaba que fuera destinado a realizar actividades relacionadas con los fines de protección de este espacio natural, pero sin modificar las características del edificio antes de su rehabilitación. Por último, se debería contemplar la restauración paisajística de la desembocadura del barranco y las zonas aledañas al edificio.

Sin embargo, han pasado los años y no parece que ninguna instancia pública se vaya a hacer cargo de devolver a la isla uno de los elementos más significativos de su pasado industrial y agrícola.
fuente: Melchor Padilla
http://www.loquepasaentenerife.com/

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