Phoenix canariensis
Resucitad a Matusalén, la semilla más vieja del mundo
Luis Miguel Ariza 20:21 - 12/06/2008
Fíjese en esa planta que crece en el tiesto ( a la izquierda, a la derecha la palmera canaria) y que ilustra esta historia. Parece una planta normal, pero realmente es única en el mundo, absolutamente excepcional: la semilla de la que procede tiene dos milenios, y ahora es la más longeva del mundo.
El resultado de este singular experimento botánico se publica en el último número de la revista Science. "Hemos tenido éxito en germinar la semilla de una planta antigua que tenía 2.000 años, lo que constituye la semilla más vieja que jamás se ha hecho crecer", asegura Sarah Sallon, de la Organización Médica de Hadassah en Jerusalén (Israel).
Bautizada como Matusalén, la semilla fue encontrada junto con otras dos en Masada, un fuerte construido por el rey Herodes hace más de 2.000 años, en una serie de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 1963 y 1965.
Prodigiosa conservación
Matusalén es en realidad la palma real o datilera (Phoenix dactilifera), cuyo fruto es el dátil. Esta planta fue domesticada por las poblaciones humanas de la zona hace al menos 5.000 años. Ahora, es el ejemplo de como los científicos logran resucitar una semilla durmiente verdaderamente excepcional.
"Masada se encuentra en lo alto de una montaña que encara al mar muerto, que es el punto más bajo a nivel del mar", ha indicado Sallon. La zona, "extremadamente caliente y seca", puede ayudar a explicar la prodigiosa conservación de esta semilla.
En realidad, su equipo manejó tres semillas, no sólo una. La primera parte del estudio consistió en enviar trozos de semilla a un laboratorio de datación por radiocarbono en Zurich para determinar su edad, que resultó de unos dos mil años. La tercera semilla fue cuidadosamente enterrada para ver si podía germinar. "Tuvimos que esperar unos 15 meses hasta que la semilla alcanzara una altura razonable para ponerla en un tiesto", explica Sallon. Su equipo la trasladó a otro tiesto más grande, y aquí tenemos los resultados.
"Dinosaurio viviente"
Matusalén podría ser una hembra. Se ha extraído su material genético y el análisis confirma que comparte el 50% de los genes con sus primos actuales, las palmeras datileras de Egipto, Irak y Marruecos, por lo que sigue siendo, en cierta medida, una especie de "dinosaurio viviente". Ahora tiene una altura de casi 1,2 metros, lo que no está nada mal.
Esta planta formaba bosques en zonas del valle del río Jordan, y podría ser el punto de partida de una reforestación para recuperar un paisaje tal y como fue hace unos 2.000 años, aunque Israel sea un incluso un exportador de dátiles. Y precisamente si es hembra, Sallon lo descarta que dé frutos -los más antiguos, hasta la fecha aunque esta experta tendría que esperar hasta 2010 para saberlo.
Si obtiene dátiles, ha comentado en Science que cambiará el nombre de Matusalén por el de "Señora Matusalén".
Sallon está interesada en preservar estas plantas antiguas para conocer sus usos médicos, y comprobar si es posible su reintroducción en el ambiente tal y como se conservaba en la antigüedad. Matusalén es el primer gran paso para lograr algo que parece casi ciencia ficción.
Fíjese en esa planta que crece en el tiesto ( a la izquierda, a la derecha la palmera canaria) y que ilustra esta historia. Parece una planta normal, pero realmente es única en el mundo, absolutamente excepcional: la semilla de la que procede tiene dos milenios, y ahora es la más longeva del mundo.
El resultado de este singular experimento botánico se publica en el último número de la revista Science. "Hemos tenido éxito en germinar la semilla de una planta antigua que tenía 2.000 años, lo que constituye la semilla más vieja que jamás se ha hecho crecer", asegura Sarah Sallon, de la Organización Médica de Hadassah en Jerusalén (Israel).
Bautizada como Matusalén, la semilla fue encontrada junto con otras dos en Masada, un fuerte construido por el rey Herodes hace más de 2.000 años, en una serie de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 1963 y 1965.
Prodigiosa conservación
Matusalén es en realidad la palma real o datilera (Phoenix dactilifera), cuyo fruto es el dátil. Esta planta fue domesticada por las poblaciones humanas de la zona hace al menos 5.000 años. Ahora, es el ejemplo de como los científicos logran resucitar una semilla durmiente verdaderamente excepcional.
"Masada se encuentra en lo alto de una montaña que encara al mar muerto, que es el punto más bajo a nivel del mar", ha indicado Sallon. La zona, "extremadamente caliente y seca", puede ayudar a explicar la prodigiosa conservación de esta semilla.
En realidad, su equipo manejó tres semillas, no sólo una. La primera parte del estudio consistió en enviar trozos de semilla a un laboratorio de datación por radiocarbono en Zurich para determinar su edad, que resultó de unos dos mil años. La tercera semilla fue cuidadosamente enterrada para ver si podía germinar. "Tuvimos que esperar unos 15 meses hasta que la semilla alcanzara una altura razonable para ponerla en un tiesto", explica Sallon. Su equipo la trasladó a otro tiesto más grande, y aquí tenemos los resultados.
"Dinosaurio viviente"
Matusalén podría ser una hembra. Se ha extraído su material genético y el análisis confirma que comparte el 50% de los genes con sus primos actuales, las palmeras datileras de Egipto, Irak y Marruecos, por lo que sigue siendo, en cierta medida, una especie de "dinosaurio viviente". Ahora tiene una altura de casi 1,2 metros, lo que no está nada mal.
Esta planta formaba bosques en zonas del valle del río Jordan, y podría ser el punto de partida de una reforestación para recuperar un paisaje tal y como fue hace unos 2.000 años, aunque Israel sea un incluso un exportador de dátiles. Y precisamente si es hembra, Sallon lo descarta que dé frutos -los más antiguos, hasta la fecha aunque esta experta tendría que esperar hasta 2010 para saberlo.
Si obtiene dátiles, ha comentado en Science que cambiará el nombre de Matusalén por el de "Señora Matusalén".
Sallon está interesada en preservar estas plantas antiguas para conocer sus usos médicos, y comprobar si es posible su reintroducción en el ambiente tal y como se conservaba en la antigüedad. Matusalén es el primer gran paso para lograr algo que parece casi ciencia ficción.
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